El acto de narrar: primeros pasos
Un esfuerzo creador
Si me pidieran una imagen para describir el acto de narrar, diría que se me presenta como la maquinaria de un reloj donde cada pequeño tornillo encaja en la tuerca correspondiente, para que podamos percibir la armonía de su funcionamiento preciso.
Es la culminación exterior de un proceso de enriquecimiento interno que hace posible la fuerza dramática por la comunicación entre los protagonistas inseparables de este arte milenario: el narrador y su público. Es el llamado “momento de la verdad”, la prueba máxima que transforma un espacio cualquiera en el espacio del cuento.
En el acto de narrar se pone en juego todos nuestros recursos expresivos: la voz, la postura y los gestos que deben ser congruentes.
El dominio de la voz es esencial. En su artículo “Permanencia de la voz”, el investigador suizo Paul Zumthor hace interesantes planteamientos: “La voz, efectivamente, desborda la palabra. A aquella no cabe reducirla a su función de portadora del lenguaje, porque en realidad éste, más bien que ser llevado, transita por la voz, cuya existencia física se nos impone con la fuerza del choque de un objeto material. Ante mi está un cuerpo que me habla, representado por la voz que de él emana. Gracias a la voz, la palabra se convierte en exhibición y don, virtualmente erotizado, en agresión también, en voluntad de conquista del otro, que en el placer de oír se somete a ella”.
Una articulación y una dicción correcta aseguran una buena recepción, y apoyados en una respiración profunda, la voz será resonante y agradablemente modulada.
El ritmo es un aspecto de inapreciable valor ene l desarrollo del relato y, bien utilizado, ayuda a ganar intensidad en la expectación, si se retarda o se apresura la narración. Las pausas son otro elemento importante, una pausa bien colocada en compañía de la mirada del narrador que se desliza sobre los oyentes, bastará en ocasiones para suscitar la emoción. La experiencia marcará al narrador las pautas a seguir en el manejo de este artificio.
La presencia del narrador, su postura, es otra vía de expresión desde el momento mismo en que se presenta, ya sea en una contada con niños o con adultos, en un pequeño local o en un escenario, bajo techo o al aire libre. La primera impresión que ofrezcamos de nuestra figura debe ser profesional, entendiéndose por ello la seguridad de nuestros ademanes, el vestuario que llevamos, la naturalidad para relacionarnos y para “improvisar” lo que vamos a decir como introducción. Ese improvisar entrecomillado resalta la necesidad de prever con rigor qué decir, aunque en el momento de decirlo tengamos la libertad de variar, quitar o añadir, pero sobre ideas bien definidas. Un narrador sobrio en todo sentido, sin estridencias ni estereotipos, con apariencia natural y sin adoptar actitudes arrogantes, tienen asegurado parte del éxito.
Lo gestual vienen a acompañar la fuerza comunicacional. El gesto fluye espontáneo, traído por las palabras. Sin rechazar la elocuencia de la improvisación, siempre válida en el arte de narrar oralmente, trataremos de seleccionar e incorporar aquellos gestos que marquen con precisión momentos importantes de la historia.
Creo necesario incluir una pequeña cita de Sara Core Bryant tomada del capítulo de su libro que dedica a como narrar el cuento, pues, a mi juicio, ayudará a completar criterios y a profundizarlos: “El arte de narrar es, sustancialmente, una expresión de la propia personalidad, por lo tanto, sus rasgos externos varían y se perfeccionan de acuerdo con las posibilidades y el temperamento del narrador.
El esfuerzo creador del acto de narrar, culmina cuando logramos conciliar todos sus recursos con cierta consciente inconsciencia, transitado mágicamente de nuestras imágenes internas hasta los ojos de quiénes nos escuchan, incitándolos a evocar juntos las escenas, pero disfrutando absolutamente de que hacemos, inmersos en la satisfacción extraordinaria de compartir una obra de arte.
La preparación interna del narrador
Aquél que quiera ser un buen narrador de cuentos tendrá que estar dispuesto a experimentar una y otra vez el acto de contar con el público, sin miedo a fracasar y poniendo a prueba todas sus capacidades creadoras con “la pasión de contar”, como diría Francisco Garzón Céspedes.
Si bien es cierto que no hay una receta para “hacer” narradores ni para resolver las dificultades presentadas en la práctica, también es cierto que la mayor parte de los problemas afrontados por el narrador se deben a la falta de una verdadera preparación y a la inseguridad en el dominio del relato.
Lo valioso es reflexionar sobre algunos aspectos de extraordinaria importancia para el acondicionamiento interno del narrador y seguir con el análisis hasta llegar a dominar la historia en su totalidad para el aprendizaje del cuento.
La preparación interna del narrador para el proceso de aprendizaje del cuento es un trabajo personal, solitario; no puede servir a otro narrador ni para preparar el mismo cuento: es algo que no puede compartirse. Lo que sí compartiremos, y con extraordinario placer, es el acto de contar, con el regocijo indescriptible propiciado por la interacción entre el narrador y su público, inmersos en la magia de la comunicación.
ANEXOS
El cuerpo
Aunque el narrador narre sentado, su cuerpo siempre debe ser un receptor sensible y un emisor expresivo. No debería por ello descuidar el valor que tiene su presencia y el manejo del espacio.
El gesto
Aunque el gesto no tiene un valor esencial, tampoco por ellos debemos descartarlo, sino procurar pensar cuál será su justa medida. Es un dato que acompaña, complementa, colabora, no es esencial pero puede ser muy importante si está bien utilizado, contribuye al logro total de la obra.
Las manos
Los movimientos que describan lo que se está narrando pueden ser innecesarios. Trate de no ser muy descriptivo, pero si eso le sirve de ayuda, de apoyo, como juego visual o simplemente se siente más seguro haciéndolo, hágalo sin culpas. El movimiento es un imán para los ojos. Si lo realiza en forma desmedida estará boicoteando su trabajo, porque la gente fijará su atención en sus movimientos antes que en sus palabras. Si por el contrario, realiza algunos movimientos en momentos significativos del relato, éstos lo apoyarán y ayudarán a imprimir ritmo y magia.-
DESTRABALENGUAS
Me han dicho que Tú has dicho un dicho que yo he dicho,
ese dicho está mal dicho, pues si yo lo hubiera dicho,
estaría mejor dicho que el dicho que a mí me han dicho
que Tú has dicho que yo he dicho.
Érase una vieja teca. Meca, chiringorda, vieja y sorda.
Si la vieja no hubiese sido teca, meca, chiringorda,
Vieja y sorda, tampoco sus hijos hubieran sido
Tecos, mecos, chiringordos, viejos y sordos.
No me mires que nos miran, nos miran que nos miramos,
miremos que no nos miren y cuando no nos miren
nos miramos, porque si nos miramos, descubrir pueden
que nos amamos.
“Ésta es la llave de la casa”, la casa está en la plaza,
en la casa hay un cuarto, dentro del cuarto hay un piso,
encima del piso una mesa, encima de la mesa una jaula,
dentro de la jaula un loro que canta:
de loro en jaula, jaula en la mesa, mesa en piso,
piso en cuarto, cuarto en casa, casa en la plaza
“ésta es la llave de la casa”.
María Ichucena su choza techaba y un techador que por allí pasaba le dijo:
-María Ichucena: ¿techas tu choza o techas la ajena?
- Ni techo mi choza, ni techo la ajena:
yo techo la choza de María Ichucena.
Pareces una caricatura, ¿quién fue el caricaturista que te caricaturizó?
El amor es una locura que ni el cura cura, que si el cura lo cura es una locura del cura.