Narrando desde el Pacífico al Atlántico

Próximo a iniciar una gira por distintas ciudades de Argentina, el cuentacuentos y docente Carlos Enrique Acevedo Pérez dialogó con nosotros sobre el arte de la narración oral.


Compartimos sus palabras en el marco del comienzo de su nuevo proyecto: la cooperación con Fundación Apalabrar, de España, que auspiciará actividades de promoción de la lectura, la escritura y la cuentería en zonas de difícil acceso de Chile y Argentina, y en contextos de vulnerabilidad y marginación social.

 

 

 

-¿Desde cuándo y por qué comenzó a dedicarse a la narración oral escénica?

-Fue en el año 2001, ahí tomé el primer taller sin saber muy bien a lo que iba, siempre me gustó la literatura y pensé que, luego de descubrir lo que era, la narración de cuentos podía ser una buena forma de compartir ese gusto. Y ese gusto empezó a tener otras connotaciones más profundas con el tiempo y la experiencia, como el incentivar a la lectura y considerar la comunicación humana como desarrollo personal, tanto mío como para el que escucha o toma uno de mis talleres.

 

-El Cuentacuentos ¿nace o se hace?

-Definitivamente creo que existe el talento natural de una facilidad de comunicación interpersonal en muchas personas, pero llevarlo al escenario, sea cual sea, es entrar en un campo distinto, donde los códigos son distintos y hay que saber descubrirlos, eso se aprende. Opto por creer y sentir que el narrador o cuentacuentos se hace, se va concretando con los deseos de comunicar, con trabajo de escena y perseverancia.

 

-Entonces, ¿cómo definiría a un narrador oral?

-Como un canalizador de un momento único, efímero y no repetible de varios componentes inmediatos y no. Los no inmediatos es la historia, la base de todo este oficio en escena, el texto verbalizado que debe tener un traspase a la oralidad y la experiencia que se va acumulando y se manifiesta sin siquiera darnos cuenta los “cuenteros” y el público. Lo inmediato es la energía del público en ese momento, el ambiente en que se esté reunido, los mil y un acontecimientos que, simultáneamente, suceden en el momento de estar contando, tanto arriba de un escenario como abajo y multiplicado por cada espectador que piensa, siente, aprecia y propone de manera personal lo que va sucediendo. Todo eso sucediendo en un mismo momento el narrador debe utilizarlo para potenciar la historia que quiere contar, porque esa historia tiene un nuevo sentido ahí, en medio de toda esa vorágine.

 

-O sea que ¿no es de memoria que se cuenta?

-Sí, es memoria, pero lo es desde las distintas pulsiones humanas y que funcionan orgánicas en ese instante, la memoria de las imágenes de la historia, parte del texto si se quiere honrar al autor, la memoria emotiva, la que tiene que ver con el cuento o historia y la memoria de lo que sucede con ese cuento o historia al ser contado, son muy distintas memorias que se alinean para expresarse en todo el cuerpo del cuentacuentos narrando.

 

-¿Qué valor tiene este oficio en la actualidad?

-Como oficio es una forma lúdica y humana de comunicarnos y en ese sentido tiene múltiples “usos”. Es muy importante para incentivar la escucha activa, el gusto por escuchar, el interés por leer lo que se ha escuchado, es una forma de entretención genuina donde no hay más elementos que lo básico de la comunicación humana, dos personas y un mensaje que va y vuelve. Es terapéutico, ya que los cuentos tienen para cada espectador una razón propia de ser y que cada cual utiliza en virtud de sus preguntas o certezas. Y en ese sentido también es un arte, ya que manifiesta al narrador/a por medio de su obra, su cuento narrado, que si bien puede ser de autoría o tradición oral popular, las historias se condicionan constantemente en cada narrador/a, ahí la estética va acompañada de la ética y eso es arte. En definitiva, tiene el valor ancestral de sabernos con el otro/a que escucha, y al otro/a con el que va narrando un “había una vez…”

 

-¿Qué puede encontrar el público en un espectáculo suyo?

-Hay algo de actuación, de monólogo, de diálogo con el público, desvaríos, emoción y humor, todo junto, revuelto, en  un tipo que te cuenta, como si fueras el mejor amigo, una anécdota o varias, pero eso que escucharás es una selección de cuentos y  poemas del repertorio hispanoamericano, pero no una lectura de ellos, estos textos los he hecho míos, adaptado, y los  propongo con mucho de la urbanidad, el humor y la actualidad de hoy y de ese momento con la gente, en un sentido el cuento lo contamos entre todos los reunidos ahí.

 

 -¿Cuál es tu repertorio de textos?

 - De la tradición oral, mucho de lo que leído y me ha marcado, por decirte algunos nombres de acá: Dolina, Blaisten, Birmajer, Forn, Shua, Bornemann, Orgambide, mezclados con autores latinoamericanos y españoles.

 

-Estará dictando algunos talleres próximamente. ¿Qué vivirán allí los asistentes? ¿A quiénes está dirigido?

- Los talleres están propuestos desde la experiencia y la investigación en el tema de la comunicación interpersonal, con el otro, y está abierto a toda persona que tenga la intención de comunicarse mejor, ya sea para contar cuentos, para otra actividad social, profesional o comercial en que deba presentarse en público o como desarrollo personal. De una u otra manera, siempre estamos "contando un cuento". Y vivirán ese descubrimiento de lo que tenemos y que por diversas razones no dejamos o no sabemos dejar salir. Vivirán el cómo potenciar sus particularidades, sé que vivirán el comienzo de un proceso personal importante, pero sin gravedad, con juegos, emociones y risas, y también algo de teoría, ¿por qué no?. Y también hay otras propuestas más específicas, orientadas a la narración infantil, por ejemplo, o bien, clínicas para cuenteros con experiencia profesional.

 

-Tiene una propuesta para personas de la tercera edad. ¿Cómo es su experiencia con los narradores mayores?

-Sí, he tenido una experiencia previa en talleres específicos para ellos y es maravillosa. Siento que sus voces están siendo poco escuchadas, es cierto que los tiempos han cambiado y el ritmo, la forma en que ellos nos entregan sus historias, anécdotas, pudieran parecer aburridos y lentos en un mundo tan veloz como el actual. Pero sus vivencias son valiosísimas y debemos recuperar para con ellos el respeto y devoción por sus palabras. Por eso mismo estos talleres buscan darles algunas pautas para que potencien sus modos expresivos, que desarrollen la actividad mental, que vuelvan a ser los grandes contadores de historias que tanto bien nos hacen.

 

-¿Es la primera vez que se presentará en la Costa Atlántica? 

 - Sí. Y tengo una gran expectativa, vengo del otro lado del continente, he desarrollado este oficio desde el lado del Pacífico, y siento que es una gran oportunidad para saber si es verdad que las palabras no conocen fronteras.

 

(Santiago de Chile - 1/12/2011 - Periodista: Milena Echagüe) 

 

Entrevista en @BiblioProvi - Julio/Agosto 2014